Primer mes aprendiendo a programar

Aprender a programar, ese es el objetivo, pero cómo lo ven los más peques. Hace ya más de un mes que empezaron las actividades extraescolares y los «rookies» ya saben de qué va esto del Scratch. Hoy, en la clase de iniciación del CEIP Alonso Berruguete de Valladolid recogíamos algunas de las impresiones de aquellos que hace poco nunca habían programado y ahora tienen un nuevo mundo abierto a través de la programación. Tras el primer mes de actividad algunos niños y niñas nos dan sus primeras opiniones sobre lo que significa para ellos aprender a programar.

Lo que les gusta… Sin duda l@s niñ@s tienen carácter y les gusta poder «mandar».

«Lo que más me gusta de programar es poder dar instrucciones a un objeto para que haga lo que yo quiero. Aunque hay veces que no me sale como yo espero, al final siempre acabo consiguiendo lo que quería hacer, de una forma u otra.»

Es interesante lo recurrente que es el verbo «querer» a la hora de hablar sobre la programación.

«Me gusta poder crear juegos de la manera que yo quiera y mandar a un objeto.»

Poder crear nuestros propios objetos no es que esté bien, es que mola.

«Crear objetos con sus disfraces mola para poder hacer historias animadas.»

Importante la palabra «probando», la práctica nos hace avanzar y ellos son conscientes.

«Atendiendo y probando cosas he conseguido aprender nuevas formas de resolver los problemas.»

No podía faltar una referencia a la diversión, porque no solo se aprende, sino que además es divertido.

«Con Scratch me libero de mi estrés porque me divierto y me olvido de los problemas.»

Y si les preguntamos «¿Para qué te sirve pensar como un programador?», esta es la respuesta.

«Scratch me ayuda a desarrollar mi inteligencia pensando en cómo crear y resolver los proyectos que nos plantean. Cuando no entendemos algo, podemos pedírselo a nuestro profesor que nos da pistas de cómo resolverlo.»

Otra respuesta que hemos tenido es esta.

«Pensar como un programador me sirve para mejorar en mates y saber resolver mejor los problemas.»

Al terminar la clase, uno de los niños ha gritado «¡Terminé!». No he podido evitar preguntarle cómo se siente cuando resuelve un reto que le hemos propuesto.

«Cuando consigo resolver los proyectos me siento bien porque lo he intentado y al final me ha salido.»

Como se puede ver, aprender a programar, tiene su repercusión también en l@s propi@s niñ@s. Son conscientes de que lo que hacen vale la pena, y eso les ayuda a valorar lo que aprenden programando. Y la verdad es que da igual que tengas 8 años o que ya estés jubilado. Aprender a programar es un ejercicio sano, divertido y emocionante.

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